miércoles, 29 de julio de 2009

Prólogo

Como ya comenté la semana pasada, con esta entrada inicio un nuevo tipo de ídem en las que os mostraré cuentos, relatos, y diversas cosillas que he escrito.
Comienzo por lo más actual, el prólogo de la novela en la que me encuentro enfrascado en estos momentos, el primer tomo de una trilogía titulada Nigromantia, una historia de magia y fantasía. Espero que os guste, y por supuesto que críticas, comentarios y consejos también serán bien recibidos.
Así que sin más, os dejo con el Tejedor de Historias.


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El Tejedor de Historias se sentó, meditabundo, en el camastro. Miró de soslayo a su alrededor, el exiguo espacio de su celda. ¿Cuánto tiempo llevaba allí encerrado? No lo recordaba. El tiempo fluía de manera engañosa y lo que parecían días podían ser semanas. En todo caso, menos de un mes, de eso se sentía relativamente seguro.
No le importaba estar allí, de todas formas. Es cierto que la celda era pequeña, pero su mente abandonaba su cuerpo y visitaba parajes mucho más amplios que los que sus carceleros pudieran siquiera imaginar, sus recuerdos. Poseía la celda una minúscula ventana que permitía observar un reseco terreno, las baldías extensiones que rodeaban aquella prisión atemporal. De todas formas de poco le servía dicha ventana, pues era ciego. No nació con la carencia del don de la vista, pero hacía años que se lo habían arrebatado. Luego se había vengado y había asesinado a quienes le hicieron eso, pero el daño ya estaba hecho. Aunque hubiese podido ver el paraje que rodeaba la prisión tampoco le habría afectado tamaña desolación, pues él conocía lugares peores. Mucho peores.
Por otra parte le bastaba con poder oír y hablar. Oír para conocer los secretos de los reclusos que le rodeaban y también de los vigilantes de la prisión. Hablar para poder manipularles.
Ese era su gran secreto, la voz. Cuando se convirtió en el Tejedor de Historias supo que las historias que relatase serían sus armas más mortíferas, superiores a dagas, puñales o espadas.
La última vez que había usado el poder de las palabras fue la tarde anterior, en la sala de torturas. Cuando se quedó a solas con uno de los guardias esperó pacientemente a que le hubiese atado y preparase el látigo. Entonces comenzó a hablar. Le contó la historia de una mujer infiel que mantenía relaciones con el amigo de su marido a espaldas de él. Habló durante treinta minutos, y durante aquel tiempo el guardia permaneció en silencio, escuchando y con la mirada vidriosa. El preso no recibió ni un solo latigazo, si bien el hombre que debía dárselos aseguró a los vigilantes que venían a buscar al Tejedor que este había recibido su justo castigo.
Aquella noche el guardia llegó a su casa y asesinó a su esposa. Acto seguido atravesó la calle y mató a Yazef, un amigo de la infancia. Y por último, cuando volvió al lado de su esposa muerta sacó el sable de la funda y se lo introdujo en la boca, al igual que hacían los fakires en las ferias. Pero él no era uno de ellos y la muerte fue agónica, notando cómo el arma cortaba y sajaba a la vez que era más y más profundamente introducido en su cuerpo, mas sin ser capaz de evitar tal dolorosa muerte. En su mente solo veía las pupilas blanquecinas del preso.
El Tejedor de Historias supo de la muerte del hombre a la mañana siguiente, cuando dos vigilantes hablaron del tema durante su recorrido por los pasillos. Una siniestra sonrisa apareció en su rostro. Aquel desdichado no volvería a atarle, y tampoco se lo permitiría a su sucesor.
Ahora se encontraba sentado pues en el catre, pasando distraídamente la mano por la raída túnica que vestía. Estaba sumido en sus pensamientos, tratando de recordar el año exacto en que hizo el infernal trato que le convirtió en lo que era. No lo consiguió, y golpeó con furia la pared. No se acordaba ni siquiera de su nombre anterior. Estaba condenado a ser por siempre el Tejedor de Historias.
Entonces el milagro se produjo. El mensaje le llegó claro y nítido y él alzó las ciegas pupilas hacia la ventana. La Loggia había huido tras sobrevivir a una emboscada, y se había trasladado a una nueva ciudad. Desde allí planeaban la guerra.
El estaría en aquella guerra, eso estaba claro.
Los muros de la prisión temblaron, al igual que el suelo, y alguien gritó asustado por el súbito terremoto. El Tejedor se levantó y caminó hacia la puerta de su celda.
—¡Guardia! —gritó.
Un hombre joven, con el rostro embozado, se acercó con cautela. Le habían prevenido contra aquel preso y en sus pupilas se percibía pavor. El Tejedor de Historias habló, y pasados dos minutos el guardia fue a buscar la llave que abría la celda. Volvió con ella en la mano y la introdujo en la cerradura. Cuando el preso se halló fuera de la celda se giró hacia el guardia y pronunció tres únicas palabras. El guardia comenzó a llorar, y gimió de dolor cuando su mano derecha desenvainó la daga que portaba al costado y se la clavó firmemente en el estómago. Cayó al suelo mientras la sangre fluía y se expandía por el pavimento de piedra. El Tejedor se apartó de él y le dio la espalda, no sin antes arrancar la daga del cadáver. Mientras caminaba por el pasillo relató en voz alta una historia que versaba sobre la locura de un hombre. Los vigilantes del pasillo, al escuchar su voz, se acercaron a las celdas y abrieron las puertas. Los reclusos liberados, también enfebrecidos y descerebrados por el embrujo del Tejedor se vieron libres. Comenzaron a pelearse unos con otros o con los guardias y la prisión se convirtió en pocos minutos en un matadero. El prosiguió su camino y nuevas celdas se abrieron y nuevas peleas comenzaron. Los sables de los guardias cortaban a los presos, pero estos se defendían con uñas y dientes.
Mas nadie se acercaba al anciano ciego que seguía relatando su historia, acercándose cada vez más a la salida. Giró un recodo y sintió la presencia de tres vigilantes en el pasillo, interceptándole el paso. Habría sido muy fácil hacer que se matasen entre ellos, pero también le apetecía hacer un poco de ejercicio. Sin dejar de hablar enarboló la daga y sintió cómo los tres hombres se acercaban. Notaba sus movimientos en las pequeñas fluctuaciones del ambiente y en el sonido de sus pasos. Además había desarrollado una especie de radar similar al de los murciélagos, y poseía capacidades suficientes como para que los hombres no fuesen un problema. Esquivó sus embates y con movimientos ágiles les propinó tres certeras puñaladas que acabaron con sus vidas. Pasó entre los cuerpos y prosiguió su camino hacia la puerta de la prisión. Cuando llegó ante ella la halló abierta. Sin duda los guardias que no habían llegado a escuchar su relato no habían sido subyugados por el embrujo y viendo el pandemonio que se había creado a su alrededor habían preferido huir.
Salió al exterior e inspiró el aire nocturno. Una sutil fragancia de jazmín le llegó, y rememoró tiempos pasados, una mujer con el pelo sembrado de esa flor. ¿Cómo se había llamado? No le importaba. Sentía pena, pero era libre y dentro de poco su sirviente finalizaría el ritual de invocación
El podría entonces abandonar aquel mundo en el que había sido recluido. Entonces ocuparía su lugar entre los miembros de la Loggia y ayudaría a que la guerra estallase y podría vengarse de los que le encerraron allí.
Por fin el trabajo de décadas se vería realizado. Ya le parecía poder sentir temblar y sufrir a los habitantes del lugar al que estaba a punto de llegar.

12 comentarios:

Cristina Puig dijo...

Hola Jesús,

Me encantó la historia,interesante personaje cuyo poder está en la palabra e historias que cuenta. Me ha parecido muy muy original la idea. Enhorabuena,queremos más!!!:)Iré leyendo todos los relatos o cuentos que pongas. ¿Has pensado en publicarlos?

Un abrazo,
Cristina

Alejandro Laurenza dijo...

Atrapante prólogo, Jesús! Dan ganas de seguir leyendo, :-).

Un saludo,
Alejandro.

Lola Mariné dijo...

Una idea muy interesante, aunque preferiria que la palabra sirviera para hacer el bien...ejem.
Alguien tendrá que cortarle la lengua a este personaje. ¡Huy! igual he destripado el final.
Un saludo.

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola cris,
gracias por tu comentario. La verdad es que ahora estoy centrado en conseguir agente para la tetralogía de "La Fábrica", pero siempre he pensado que podría hacer un recopilatorio de cuentos , ya que varios de ellos tienen un nexo común y es algo que tal vez funcionase. En fin, planes a medio-largo plazo.
Un abrazo.

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola Alejandro, creo que es la primera vez que escribes aquí, ¿verdad?, si es así, ¡bienvenido! y muchas gracias.
La verdad es que ya llevo un tercio del manuscrito, y empecé hace tres meses, por lo que calculo que para el primer trimestre del año próximo estará acabado. Luego, si ya he encontrado agente, será más fácil moverlo. Pero vamos, mientras tanto iré subiendo otras cositas por aquí.
Un saludo, y gracias de nuevo.

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola Lola,
je,je, creo que será un poquito más difícil que eso, ¡si bastase con cortarle la lengua!
Además no creo que deban, es uno de los protagonistas de la trama, y tiene mucho (bueno y malo) que hacer. ¿A que te he dejado intrigada, eh? ja,ja,ja.
Un abrazo.

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Un misterioso personaje el que nos presentas.Parece una historia interesante, mantiene la atención del lector desde la primera línea.Dices que ya la tienes escrita al 75%, y te felicto.
Supongo que aún no has dedicado tiempo a corregir el texto, pues he notado algunas cosillas raras:
El preso no recibió ni un solo latigazo, si bien cuando...
CREO QUE SOBRA ESE "CUANDO"
El preso no recibió ni un solo latigazo, si bien el hombre que debía dárselos aseguró a los vigilantes que venían a buscar al Tejedor que el preso había recibido su justo castigo.


"notando cómo el arma cortaba y sajaba a la vez que era más y más profundamente introducido en su cuerpo, pero incapaz de evitarlo"
No sé, pero me suena mal el final de la frase, sobra el pero: ¿Sin poder evitarlo, o siendo incapaz de evitarlo?

Aquel desdichado no volvería a atarle, y que tampoco se lo permitiría a su sucesor.
Creo que sobra el "que"de antes de tampoco.

"Cayó al suelo mientras la sangre fluía y se expandía por el suelo de piedra"
"estaba en el suelo se expandía en suelo".¿Por el pavimento,por el piso, por la calzada o cualquier otro sinónimo?
Esquivo= Esquivó sus embates

Bueno, son cosas sin importancia sabiendo que no has llegado a la etapa correctora, pero por si acaso se te olvidan...
Espero la siguiente entrega. Un abrazo.


Una sutil fragancia de jazmín le llegó, y rememoró tiempos pasados, una mujer con el pelo sembrado de esa flor.

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola Juan, muchas gracias por las correcciones, la verdad es que sí que sobraban. Y me molesta especialmente rabia lo del acento de esquivó. Siempre voy diciendo a mi novia que no me como ni uno,... en fin, que espero que no se entere, je, je.
Cuando escribí la frase de la mujer con el pelo adornado con jazmín tuve una clara visión de Granada, de ahí viene un poco la inspiración, medio árabe y con reflejos de "Las Mil y una Noches".
Lo dicho, que muchas gracias por el pequeño taller literario que me has realizado, como puedes ver tomé nota.
Un saludo.

Anónimo dijo...

La historia es fuertecilla y con pinceladas gore en algunos párrafos, pero es interesante. Tendrías que buscar sinónimos a Tejedor de Historias, como por ejemplo cuentacuentos, pero ésto es muy subjetivo, lo digo porque se repite mucho.

En el primer párrafo ya notamos el abuso de las frases cortas y las comas, que producen una lectura como a trompicones, ralentizando el ritmo de lectura. Al empezar el relato en una celda, no está mal ésta técnica, pero si se abusa demasiado de ésto en textos largos puede llegar a cansar. Yo revisaría el texto y eliminaría muchas comas. Revisa también algunos acentos: El estaría... Él estaría.

Me faltan algunas descripciones, todo sucede demasiado rápido, salimos de la celda y ¡plas! ¿a dónde va? ¿de dónde salía? Por lo menos describe las paredes, si hay algo escrito, los rostros de la gente, un posible ventanuco, el aire que se respira... algo de éste mundo nuevo que el lector desconoce por completo.

Lo del radar de muerciélago lo omitiría, o lo explicaría mejor, parece sacado de la chistera y realmente al lector no le interesa, además parece que es seguro que va a salir gracias a ello, yo creo que al menos podrían darle una hostieja, se supone que está desentrenado.

Los dos últimos párrafos no me convencen, necesito sentir su ansia de venganza, no que me la describan así. Me faltan datos para tener empatía con el personaje.

Sin embargo, me gusta la oscura trama y el poder del personaje, a pesar de que no lo estás aprovechando, ya que dices que habla y que le obedecen, bien, descríbelo ¿no? Ponlo a hablar, escribe el diálogo, así el lector sabe cómo se expresa y cuál es su técnica de persuasión.

Blanca Miosi dijo...

Jesus: Paso por aquí con mucho apuro, pero copié el p´rologo y lo leeré con calma en casa. Ya te contaré.

Besos,
Blanca

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Ja,ja,ja, Grendel, te pedí que fueras crítico y lo he conseguido, pero eso está bien, que mientras las críticas sirvan para mejorar, pues oye, bienvenidas sean.
Me quedo can varias de tus ideas, como la inclusión de diálogos o mayores descripciones, aunque se trata de un pólogo y precisamente traté de hacerlo rápido, no alargarlo demasiado. Otros apuntes, como el de las mayúsculas acentuadas, lo admito, mea culpa. No me acostumbro a acentuarlas. Y las frases cortas y con muchos puntos y comas, es como me sale siempre al principio, acabo alargando frases y escenas tras dos o tres correcciones, pero esas frases cortas me salen "de serie".
No puedo buscar, eso sí, un sinónimo al Tejedor..., ya que es su nombre, o al menos es así como se le conoce, de ahí las mayúsculas. Y en cuanto a que le golpeen... lo siento, es impensable, pero no puedo contar nada más, como decían en cierto concurso, "hasta aquí puedo leer".
Gracias de nuevo por tu comentario, te prometo que hay en particular algo que dices que me ha hecho reflexionar (pero también voy a ser un poco malo y no te lo diré, je, je).
Un abrazo, señor.

Blanca Miosi dijo...

Leí tu prólogo, Jesús, y de veras me ha parecido muy original, un hombre que tiene el poder mental de hacer que los demás cometan actos en contra de su voluntad, impresionante.

Me imagino que el resto de la novela tiene que ser de un contenido no apto para cardiacos.

Tienes una narrativa que atrapa, aunque como me imagino que aún es un borrador, es susceptible de hacer algunas correcciones de estilo, pero el tema es bueno, que es lo importante.

Un abrazo,
Blanca