sábado, 22 de octubre de 2011

The End

Desde que abrí este blog, desde antes en realidad, he medido el tiempo como intervalos de cortos ciclos: ahora terminaba una novela, ahora trabajaba en la corrección de otras, ahora me planteaba, preparaba y ultimaba mi salto a Amazon,...Pero todos esos ciclos han estado englobados en uno más largo que ayer se acabó.
El párrafo anterior es el único que dedicaré a la literatura y escritura en esta entrada de hoy, hoy quiero dedicar estas líneas a un tema off-topic de la naturaleza de este blog: mi trabajo.
Hace más de nueve años y medio, siendo apenas un niño con la cabeza llena de pájaros, abandonaba mi Madrid natal para comenzar a trabajar en un hotel, y cuando el taxi en el que me encontraba se detuvo ante una inmensa torre de catorce edificios no supe si volver a mi casa o quedarme.
Esos primeros años fueron muy buenos, entre otras cosas porque conocí a la que hoy es mi pareja y madre de mi hijo, pero también porque aprendí vivir solo y a desenvolverme, lejos de la seguridad de mamá y papá.
Luego vino Salamanca, una ciudad que siempre llevaré en mi corazón, así como a gran parte de la gente que allí conocí, por muy lejos que ahora se encuentren.
Después vuelta a mis orígenes, estancia de dos años y medio en Alcalá donde adoptamos a esta mole naranja de nueve kilos que allí era un gatito pequeño, y desde donde pegué el salto de nuevo a Barcelona, donde finalmente me he asentado, me he hipotecado y he sido padre (ya hace casi un año, ¡cómo pasa el tiempo!).
Todas esas experiencias vividas las debo a la movilidad que mi empresa me ha permitido, todos los buenos momentos y, como ya he dicho, la existencia de ese pequeñajo que me lleva sonriendo un rato para ver si juego con él.
Ha habido malos momentos, claro, este último mes ha sido infernal, por ejemplo, pero siempre me llevo lo bueno de mis experiencias, y solo el hecho de que el libro de Letras y Personas exista hace que me olvide de gran parte de lo malo.
Así que gracias, Ibis, y gracias a las personas que lo conformáis, aquellas que conozco desde el día en que me bajé de aquel taxi y a las que ayer mismo me despedían. Gracias, os deseo a todos vosotros lo mejor.
El lunes se abre un nuevo ciclo, no sé si más largo o más corto que el anterior, pero que se promete intenso.
Si has seguido leyendo hasta aquí también te doy gracias por la licencia que me he permitido de "pegarte la chapa" con esta entrada, pero necesitaba despedirme de esta cuasi-década de mi vida para poder mirar al futuro (que, espero, esté lleno de páginas y páginas de libros).

martes, 11 de octubre de 2011

Ellos nunca lo harían

Esta mañana pensaba en la campaña publicitaria que se realizó hace unos años para concienciar del creciente abandono animal en períodos estivales y de repente, enfermo que está uno, en vez de recordar a esa perrita que nos miraba con cara de pena en una carretera, me he imaginado a Gustav, uno de los protagonistas de «Nigromantia», en parecida posición.
Y es que hace mucho tiempo que no retomo el manuscrito. Han influido factores como que me cambio de trabajo y últimamente echo muchas horas para dejar todo finiquitado antes de marcharme, pero también es cierto que estoy dedicando mucho tiempo a «Neogen», mi primera novela. Está casi lista para ser convertida en ePub, ya he terminado la portada y solo estoy a la espera de que un compañero e implacable lector termine de leerla para darle los últimos retoques gracias a sus consejos.
Y el caso es que tengo ganas de seguir con la trama de mis nigromantes favoritos, que además les dejé en un punto crucial de sus «vidas», pero a ver si en poco tiempo puedo darle un bue empujón al manuscrito. Por de pronto ya me he preparado para este sábado sentarme frente al portátil, con el pequeñajo visitando a su abuela y mi novia trabajando (la pobre). Otro asunto será poder escribir algo decente, ya se verá.
Hablando del fin de semana, y aunque todo ha sido un poco apresurado: ¡quedáis invitados a una nueva Kedada este sábado! En esta ocasión nos juntaremos en el bar Ánima, en la calle Marina, en plena Ciudad Condal. Así que ya sabéis, si os pilla por la zona y aún no tenéis planes para esa tarde, desde las 5 de la tarde nos juntaremos unos cuantos escritores, con más o menos triunfos a nuestras espaldas, y hablaremos de nuestros presentes y futuros planes. Os espero allí, será una forma de conocernos o reencontrarnos en persona.