domingo, 16 de mayo de 2010

Nubarrones

Si hace unas entradas os decía que todo iba viento en popa con respecto a mis proyectos de un par de semanas a esta parte todo ha dado un vuelco que ha girado mi situación ciento ochenta grados.

Una carga de trabajo extra, unido a una cierta falta de inspiración han hecho que no haya escrito ni una línea en todo este tiempo, no solo de mi actual manuscrito, sino ni siquiera de este blog u otros mundos virtuales.

Y es que después de tirarme diez horas en el trabajo, una hora de ida y otra de vuelta, cuando he llegado ha casa lo que menos me ha apetecido ha sido ponerme frente a otra pantalla, máxime cuando, como ya he dicho, no tenía muy claro de hacia dónde va o por dónde debe seguir el manuscrito. He llegado, me temo a uno de mis para nada añorados bloqueos.

No obstante, no hay mal que por bien no venga, y ya que no puedo escribir, al menos me he dedicado a leer. Y he leído bastante, la verdad. Por un lado, he acabado «Millenium», haré una próxima reseña de la trilogía; me he vuelto a leer los cuentos del certamen literario, que el día de la deliberación se acerca y he querido ver si me reafirmaba en mis impresiones, y también ando leyendo un manuscrito de otro compañero escritor (que el pobre debe pensar que me había olvidado pero no es así). Vamos, que estoy aprovechando esta sequía creativa.

Y hay dos hechos que me animan ligeramente, uno de ellos es que estoy escribiendo esta entrada para el blog, lo cual ya es algo, y la segunda es que empiezo a percibir las formas de los dos siguientes capítulos de mi novela, y ese es el paso previo para tenerlos claros y nítidos en mi cabeza y por tanto poder escribirlos.

Así que algo es algo.

2 comentarios:

JUAN PAN GARCÍA dijo...

Hola, Jesús, pues al mal tiempo buena cara. Aprovecha para descansar del estrés y lee mucho para inspirarte.

Dices que tardas una hora en llegar al trabajo. ¿Aún sigues en el hotel aquel o has cambiado de trabajo?
Un abrazo.

Jesús F. Alonso Asensio dijo...

Hola Juan,
pues sçi, sigo en el hotel, casi 80 kilómetros todos los días de ida y vuelta. Pero en fin, es lo que hay.
Pues ahora me estoy leyendo...bueno, ya te lo imaginas, ¿no?
Un abrazo.