Esta semana pasada he vivido dos situaciones completamente diferentes pero que me han llevado a un planteamiento común.
El primero de ellos fue que me leí un best-seller, ya sabéis, esos libros que salen por la tele, los tenemos en las estanterías de las librerías y si pueden nos los meten hasta en la sopa. El caso es que quería leerlo para ver cuáles eran los recursos que lo hacían tener éxito, si es que todo no era más que una campaña de Marketing pura y dura. No me extenderé más en el tema porque tal vez lo retome en un futuro, pero hoy quiero tratar otras cuestiones.
Por otra parte el viernes fui con unos amigos a un concierto de Juliette Lewis, actriz y cantante. Seríamos no más de doscientas personas, nunca había escuchado nada suyo y además no es mi tipo preferido de música, pero el caso es que lo pasé bien.
Dos situaciones diferentes, como he dicho. Pero luego, pensándolo durante estos días me he dado cuenta de que ya puedes ser un escritor de éxito reconocido o un cantante que congregas a unos pocos centenares de personas, el caso es que te tienes tu público.
En el caso de Juliette no es U2, ni Alejandro Sanz, no llena estadios (al menos aquí y por lo que vi), pero abandonó Hollywood para dedicarse a lo que quería y es capaz de vivir de ello, por lo que sé.
Lo cual me lleva a la reflexión de que no es necesario vender millones de ejemplares para poder vivir de escribir (que, no nos engañemos, es a lo que aspiramos mucho, por lo menos los que pretendemos publicar). Siempre habrá gente que te seguirá, más o menos, pero te seguirán si tu estilo les gusta. Hay muchos escritores que sin necesidad de ser número uno en ventas y ver columnas de sus libros adornando la entrada de la FNAC son capaces de vivir razonablemente bien gracias a su pasión.
Ese es mi sueño. Seguro que el señor Brown o la señora Meyer tienen inmensas mansiones, viajan mucho y no deben preocuparse por cocinar o hacer la cama, pero estoy muy contento con la casita que poco a poco vamos montando mi novia y yo y me conformaría con poder mantener mi nivel de vida (es decir, mucho Mercadona, je, je, pero también alguna cervecita de vez en cuando), pero dedicándome a ponerme todos los días un par de horas frente al teclado, no tener que marcharme en unos minutos a pelearme con mis maravillosos clientes en el hotel.
En fin, tal vez algún día. Ahora os dejo, que voy a ponerme el traje (sniff…).
10 comentarios:
Qué hermoso sueño, Jesús: vivir de la literatura. Eso quisiéramos muchos, aunque, como bien dices, no todo el mundo lo reconozca.
La parte mala del asunto, querido amigo, es que la realidad está en nuestra contra: vivir de las letras, en España, es una misión que bordea el suicidio económico, a no ser que la complementes con toda la parafernalia que rodea al arte de escribir (ampliándolo más allá de las novelas), esto es: ensayos, artículos, presentaciones, colaboraciones literarias, cursos, etc. Cosa que por otro lado, no cuadra mucho con la imagen del escritor solitario que se enclaustra para vivir otras vidas, ¿no?
En fin, que es un hermoso sueño, que comparto contigo, pero también, que veo muy lejano, cuasi-imposible.
Pero soñar es gratuito, y de momento, también lo es escribir.
¡Suerte a ambos! ¡A ti por soñar ya mí por soñar contigo!
un abrazo.
Jesús, que me has delatado frente a la congregación: yo tengo sueños forrados de dólares y rellenos de ocio.
Pero a veces me imagino que ese sueño comienza a depravarse un poco y cada vez más se parece a mi situación actual sans literatura… Es decir, pareciera que para cualquiera que se interese en lograr la publicación de sus textos —ya sean una tirada modesta de algunas docenas de ejemplares o una obscenamente descomunal como las de Stephen King— entonces el acto de publicar se vuelve su actividad principal, y el acto creativo de la escritura se le deja en la periferia, de nuevo realizándola "cuando se pueda", entre firmadas de ejemplares y entrevistas para publicidad y reuniones con abogados y contadores de todos los bandos involucrados.
Al final, uno termina trabajando en un empleo, con apenas pocos momentos de libertad para tirarse de cabeza a todos esos parajes imaginarios e imposibles…
Pero, bueno, ¿yo qué sé? Nunca he publicado nada.
Mejor continúo soñando sueños verdes…
D
Hola Sergio,
En efecto es irónico que para vivir de la literatura debas encargarte de muchas otras tareas como las que comentas, pero bueno, al fin y al cabo siguen formando parte de ese mundillo y siempre sacarás algo en claro (al menos en comparación con mi actual trabajo).
Llegar a vivir el sueño en difícil, pero no imposible, empiezo a conocer gente que ya está en el camino, y la verdad es que les veo muy ilusionados por lo que viven, con lo que ya sabes, amigo, a seguir soñando que (espero) algún día nos tocará.
Y mientras tanto, pues a seguir escribiendo y corrigiendo.
Un abrazo.
¿Qué tal, señor D?
Comentas algo muy parecido a lo que dice Sergio en el comentario anterior, a la multitud de tareas derivadas del oficio que un escritor debe desempeñar y que relegan la propia escritura, pero me temo que es así como hoy por hoy está montado el mundillo, lo cual explicaría las caras de fastidio de algunos escritores en presentaciones y demás.
No obstante sigo opinando que encargarse de esos asuntos puede realizar más que el actual trabajo que cada uno desempeñe, porque pertenecen al mundillo literario y siempre sacarás algún beneficio.
Estoy de acuerdo contigo en que es un empleo, no obstante, y que habrá muchas veces que echarás de menos no poder dedicar más tiempo a la escritura en sí, pero supongo que debe compensar (Claro, que tampoco he publicado con lo cual todo son teorías).
En fin, que me subo al carro de los sueños verdes, je, je.
Un saludo.
En el carro de los sueños verdes viajo yo desde hace una porrá de años; pero no se cumplen.
Yo he comenzado a escribir una vez jubilado, un poco tarde para soñar vivir de los libros.Pero reconozco que intento cumplir el sueño de publicar lo que escribo y que no me importaría pasarme jornadas enteras sentado firmando libros y sonriendo a las lectoras mientras firmo a ver si ligo, que eso de tirarse a un escritor mola mucho.
Nada, Jesús, ¡a soñaaaaaaaaaaaaaaar, que es gratis!
Un abrazo.
¡Ja,ja,ja, Juan, haces bien, haces bien! Aunque yo me temo que mi novia es un poco crítica con eso de ligar con lectoras y no creo que me deje.
En, fin, que como dices hay que seguir soñando.
Un abrazo.
Jesús, esos sueños los tenemos muchos. ¿Por qué no? Por cierto, en el Mercadona se compra muy bien si esquivas las horas punta, ja, ja. Y en el Dia, y en los chinos...
Bromas aparte, es cierto que para que los sueños sean reales hay que trabajar mucho y entrar en cuestiones y detalles no tan bonitos como el mero escribir. Quiero seguir creyendo que si trabajas con pasión y perseverando, no sólo vas a disfrutar, sino que también podrás vivir dignamente -y muy dignamente-de eso.
¡Y no soy ilusa! Sólo hay que tener paciencia...
Creo que tenemos aspiraciones comunes jejeje. Yo creo que Meyer etc..deben vivir sometidos a mucha presión: entrevistas, viajes...lo cierto es que no me da ninguna envidia eso, pero sí como bien dices poder vivir de lo que te gusta dignamente, eso es muy difícil. De momento lo único que podemos hacer, o puedo es aprender y aprender y valorar lo que tengo y he logrado hasta el momento: el hecho de tener amigos que lean tus textos en el blog, eso no tiene precio. Seguro que Meyer no tiene ni tiempo para escribir en el suyo jeje.
Un abrazo,
Cris
Buenos días, Cris,
lo cierto es que también aprecio estos momentos en que estoy conociendo gente que, como yo, empieza en este mundillo y podemos compartir experiencias. Luego, tal y como dices, todo se acelera y debes echar de menos la vida tranquila y reposada que llevabas.
Un abrazo.
Hola Eli,
je,je, soy un fan del Mercadona, y lo malo es que ahora lo que más cerca tengo es un Caprabo, pero bueno, estoy redescubriendo La Sirena.
Creo que cualquier deba ir cargado con bastantes dosis de perseverancia, como comentas, y de paciencia. No obstante soy optimista y pienso como tú, que más tarde o más temprano si luchas los suficiente te acabas abriendo un huequecito.
Por cierto, ¡Tengo ya ganas de que llegue Febrero!
Un abrazo.
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