Esta mañana me he levantado y me he preparado el desayuno, para tomármelo tranquilamente antes de ponerme a corregir mi último manuscrito. Mientras me tomaba el café he encendido un rato la tele, y he asistido al programa con los ojos abiertos como platos (por cierto, era Espejo Público, desayunas con Susanna Griso es uno de los pocos privilegios que tiene trabajar de tarde).
Es evidente que estamos en crisis, y es evidente que se ha tenido que despedir a personal para reducir costes. Y es también evidente que de quien en muchos casos han prescindido es de los correctores.
Hace ya un tiempo observo que las entradillas que ponen, tanto en el programa al que antes me refería como en muchos otros (incluidos los de noticias), se cometen faltas de ortografía garrafales. No ya no solo tenemos que tragar con la estúpida manía de poder mandar sms y leerlos bajo la pantalla, hecho que ya de por sí hace que me plantee si no sería mejor un Ragnarök como los dioses mandan. No, ahora además son los propios programas los que cometen dichas faltas de ortografía. Y esto me abre dos posibles teorías.
La primera de ellas es que en efecto hayan echado al corrector (que, como digo, ya es habitual, y por cierto, que en la duodécima edición de un libro te encuentres varios «este» sin acentuar ya clama al cielo, y eso mismo me ha pasado con El
Nombre del Viento). Sinceramente, si fuese éste el caso me preocuparía pero para animarme pensaría que cuando todo vaya mejor volverán a recuperar esa figura básica que es el corrector.
La segunda hipótesis, mucho más escalofriante, es que los directores de los programas saben que se cometen faltas pero que les da igual, total, deben pensar que el vulgo no sabe hacer ni la o con un canuto. Y esto me asusta porque es bien pobre la imagen de la gente que vemos sus programas y gracias a las cuales cobran sus nóminas.
En fin, ¿con cuál de las dos hipótesis os quedáis?
Por otro lado, y después de comer, mientras fregaba observaba cómo una furgoneta aparcaba cogiendo tranquilamente dos plazas, en un barrio en el que ya de por sí un sobran los huecos para dejar el coche, y he pensado: «vaya, incultos y además incívicos, verdaderamente Spain is different.
Pero éste es otro tema y lo abordaré en otra ocasión.
7 comentarios:
Tanto como faltas garrafales no he visto, pero sí que tienes razón en que se está descuidando la corrección ortográfica en los medios.
Me ha llamado la atención lo que comentas de que en El nombre del viento has detectado algún error, lo que me hace pensar que no estás al tanto de la normativa de 1999, por la que como norma general el adverbio "solo" y los pronombres demostrativos "este, ese y aquel" no deben tildarse.
Esta norma ha tardado en cuajar (la costumbre de tildar "solo" está muy arraigada), pero actualmente las traducciones y correcciones se hacen cumpliendo esta norma. Te aseguro (además de escritora, soy correctora) que El nombre del viento tiene una magnífica traducción y corrección de estilo.
En España, la mayoría de los escritores siguen poniendo la tilde a estas palabras (por desconocimiento, por costumbre...). Aunque no es lo correcto, sigue siendo aceptable. Sin embargo, es inevitable que aplicación de la normativa se vaya extendiendo hasta su completa asimilación.
De las dos hipótesis que planteas yo me quedaría con la primera. Pensar que este descuido en la corrección sucede por dejadez es terrible.
Ah, Susana, muchas gracias por la aclaración, estaba equivocado yo. Conocía la modificación en solo, pero no que también afectaba a este, ese y aquel (y de haberlo sabido me habría ahorrado tiempo en la corrección).
Muchas gracias, ya he aprendido una cosa nueva. De todas formas pienso que dejaré escrito lo que puse en la entrada, más que nada para que tu comentario y el mío se comprendan en el contexto.
Muchas gracias de nuevo, Susana.
Un abrazo.
Tranquilo, Jesús, si te sirve yo también cometí ese error que tan bien ha comentado Susana. De hecho, me pasó en un manuscrito, en el que no tildé y luego tildé creyendo que me había equivocado. De todas formas, yo sí he encontrado errores ortitopográficos en diferentes novelas, pero no en la que mencionáis. PEro son erratas que se pueden pasar como a todo el mundo, no graves errores.
Un abrazo.
¡Vaya, Jesús! Te has levantado con el pie izquierdo, jajaja, que una flor no hace verano ¡Hombre!
Afortunadamente hay mucha gente culta y mucha gente cívica, jeje.
Lo de la televisión no me sorprende, con los bodrios de programas que ofrecen, vergonzosos muchas veces, ¿a quién le importa la calidad?
A mi lo que me rechina son los "laismos", muchas veces en boca de politicos y profesionales supuestamente cultos.
Feliz domingo.
Bueno, Sergio, ya veo que no soy el único al que le ha pasado, je, je, como quien dicen mal de muchos consuelo de tontos.
Lo de las erratas en los libros es que lo llevo muy mal, me chirrían mucho y me sacan completamente del contexto del libro, es una manía, lo siento.
un abrazo, compañero
Uff... Lola, pero es que lo de la televisión últimamente es de locos.
Estoy de acuerdo contigo en que el laísmo suena horrible, aunque mi alma de madrileñito se retuerce, y debo reconocer que es un hábito difícil de quitar (y a veces sale por ahí, mal que me pese).
Un abrazo.
Jesús, hay programas televisivos que sinceramente no valen la pena verlos, estoy de acuerdo con Susana, y no necesariamente van acentuados, excepto cuando es necesario para evitar ambiguedades. Pero son reglas que irán calando poco a poco, a mí aún me cuesta acostumbrarme.
Sería maravilloso que todos los que pasan mensajes de texto tuviesen cuidado al escribir, pero es imposible. Tal vez con la incursión del Blackberry y su teclado qwerty sea más fácil...
Besos!
Blanca
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