...Eso es lo que muchas veces necesitamos. No, no me refiero a coca-cola o café, sino a ese olor, es imagen o ese sueño que hace que nuestra imaginación vuele.
Ya he hablado en otras ocasiones tanto de lo bueno, como de lo malo que tiene dedicarse a esto de escribir. Hoy me quiero centrar en uno de los puntos, ya mencionado en dichas entradas, que es la capacidad de crear.
Hace dos escasas horas venía a trabajar, como todos los días, caminando (es una suerte vivir al lado del trabajo) y lamentando que había desaprovechado la mañana. El caso es que ayer cuando me acosté me planteé no salir de casa y poder escribir un rato y, como siempre que me propongo algo así los hados se conjuran en mi contra y cuando me he sentado frente a la pantalla no encontraba las frases, mi Musa debía haberse bajado un rato a la playa. El caso es que he apagado el ordenador y ¡hale! A limpiar un poco, que también empezaba a hacer falta.
Bueno, pues como os contaba caminaba por la calle y cuando cruzaba por un paso de cebra he visto a una mujer paseando con un perro. Una escena normal y corriente, vaya. Y en eso me he visto abordado por multitud de imágenes, frases y actos que me han solucionado parte de los escollos que tenía con la nueva novela. Lo más gracioso es que en ninguno de ellos se mencionaba a una mujer con un perro.
Es curioso cómo funciona la mente humana, toda la mañana buscando una frase a la que agarrarme y en cuestión de un par de segundos aproximadamente tres capítulos garabateados en un folio imaginario. Evidentemente me he sentado, he abierto mi bandolera y como siempre llevo una pequeña agenda y un bolígrafo me he puesto a escribir como loco. Y he llegado tarde, pero como dijo Ende en La Historia Interminable, «eso es otra historia y será contada en otra ocasión».
Tanto pintores como escultores, escritores, y gente dedicada a crear, es evidente que gozamos de imaginación, un bien bastante escaso en estas fechas, en que todo nos lo dan masticado y que tenemos a nuestra amiga la televisión que nos termina de atontar. Como decía, gozamos de imaginación, pero al menos en mi caso es muy selectiva, ella decide cuándo y mostrarme el camino. Y por suerte no siempre es cuando me cruzo con mujeres y perros, a veces incluso me pilla cerca del ordenador.
3 comentarios:
Hola,
En mi caso la musa llega cuando se le antoja jeje, parece que cuando me dispongo a sentarme frente al ordenador y me propongo escribir se esconde, pero en el momento más inesperado zasss! aparece. Como tu bien dices una imagen, un sueño o cualquier otra cosa en el momento más inesperado sirven para que aparezca. Mi musa" suele llegar con frecuencia cuando veo alguna película que me ha gustado o al mirar ilustraciones (libros de dragones, fantasía...) a veces simplemente cuando escuchas una canción y dejas escapar la imaginación. Es entonces cuando voy corriendo a coger papel y bolí y comienzo a apuntar ideas. Hay que aprovechar ese momento.
Un abrazo!
Cris
Entonces, vemos que sufrimos de lo mismo, je, je, menos mal que un boli no pesa mucho para llevarlo encima. Y tú al menos tienes una pista para "invocarla", mirando las ilustraciones, la mía es mucho más voluble.
Un abrazo.
Las musas son así..., algo traviesillas; aunque cuando te visitan debes intentar extrear de ellas todo cuanto portan, pues nunca sabes cuando te volverán a hacer compañía.
Que las musas te sean propicias...
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