sábado, 6 de octubre de 2012

El centro del universo

Cuando, años después de haberme desencantado con el mundo editorial y haber guardado en un cajón bajo siete llaves y dos dragones el primero de mis manuscritos, escuché hablar de Amazon, y el gusanillo me picó.   Acabé publicando Neogen, como muchos ya sabéis, y empecé a moverme por el mundillo virtual que rodeaba a la plataforma de venta en cuestión.

Ahora me planteo abandonar parte de ese mundillo.

Visité numerosos grupos de Facebook (no, no voy a decir nombres), entré en foros, y en definitiva seguí los pasos que varios compañeros (gracias, vosotros sabéis quiénes sois) me habían recomendado. Y aunque he pasado buenos momentos, y he conocido a mucha gente, lo cierto es que ando un poco desencantado con partes de ese mundillo.

Y es que está muy bien que todos nos digamos que somos muy guapos, y que nuestra familia nos lo diga, para eso son nuestra familia. Pero ante el resto de nuestros semejantes hemos de ser humildes y dejar el ego de lado. Mucho me temo que Cervantes, Shakespeare, Dumas, y muchos otros están no sé donde, pero desde luego no reencarnados.

Y lo que he tenido que leer estas últimas semanas ha sido increíble: gente que escribe deprisa y corriendo, sin corregir, sin siquiera leer una segunda vez, solo por el hecho de que PUEDEN hacerlo. Personas que incluso se vanaglorian de sus carencias, lo definen como estilo y defienden su derecho a seguir así. Libros publicados en cuya primera página ya no solo hay errores de estilo, sino incluso ortográficos (señores, que el Word marca en rojo las faltas, no es porque las palabras le parezcan bonitas y quiera resaltarlas).

Y todo esto me cansa, la verdad, porque nos podemos creer en mayor o menor medida el centro del universa, pero de ningún modo hagamos que el resto pasen por ese aro. Podemos reivindicar nuestro derecho a ser como somos, a escribir como escribimos, pero ante todo, y si estamos cobrando por ello (al menos Amazon lo hace), tenemos que ser PROFESIONALES, y si sabemos que escribimos con faltas, pues tratar de corregirlo o buscar a alguien que nos ayude, y os lo dice alguien que tiene un problema bastante grave con el leísmo y demás (y, de paso os recomiendo descargar la revista Prosofagia 16, que habla del tema y ha aclarado muchas de las dudas que tenía. enlace provisional aquí: www.prosofagia.com). Es decir, para ejemplificar esto os hablo de lo que (casi) más sé: el mundo turístico, que es a lo que me he dedicado estos últimos diez años. Puedo ser un recepcionista profesional y acogerte bien en mi establecimiento, o ser un recepcionista mediocre que no te explica la mitad de las cosas. Y sin embargo tú, como cliente, te quejarás, o como mínimo te sentará mal que actúe de esta segunda manera, porque has pagado por un servicio. O sea que, si compras un libro mío y ves que tengo faltas, y encima descubres que me vanaglorio de esas faltas, pues entiendo que no pienses muy bien de mí. Dos y dos son cuatro, creo que es fácil de entender, ¿no?

Pues al parecer no lo es.

Es por culpa de esto que, como ya dije cuando hablé de los contras de Amazon, ahora mismo la plataforma esté masificada y los libros buenos deban nadar entre un océano de mediocridad que lo que hace es alejar a los clientes al ver la baja calidad que atesora la plataforma. Y sin clientes no hay ventas, tal vez entonces ya no sea gratis publicar, o pueda hacerlo todo el mundo.

Pienso que esto perjudica a todos.

En fin, ya me he descargado (es que estos últimos días lo estaba flipando).