martes, 23 de noviembre de 2010

Dividido entre mis hijos

Mientras poco a poco voy retomando las riendas de este caballo desbocado en que se ha convertido mi vida, y acostumbrándome a dormir un máximo de tres o cuatro horas seguidas por la noche, me voy familiarizando con ese extrañito que ha llegado a nuestras vidas.

Pensaba que cuando llegase este momento, con tanto cambio en mi vida, tal vez mi afición pasaría temporalmente a un segundo plano, y de hecho los últimos días antes del parto escribí de manera casi desaforada, no sabía cuándo volvería a ponerme frente al portátil sin tener que cambiar un pañal o ir al pediatra.

El caso es que no ha sido así, tanto mi pareja como yo nos desempeñamos bastante bien y, si bien es cierto que los primeros días las minúsculas vocecillas de mis personajes me pedían un poco de atención, en particular Gustav estaba a punto de cogerse un berrinche porque había dejado un capítulo suyo a medias (cosas que suceden cuando tu novia te dice desde el baño: cariño, creo que he roto aguas), ahora vuelvo a ratos a su mundo y les dejo contentos. No es que unas prioridades hayan desplazado a otras, simplemente han encontrado el modo de convivir todas ellas y de no interferir.

Resumiendo, creo que ahora mismo soy muy feliz (aunque mi gato no tanto, dejó de ser el pequeñajo de la casa).

Por último,quiero agradecer las muestras de cariño de quienes me habéis escrito o llamado, y siento no haber contestado a quienes comentasteis en mi anterior entrada, pero de verdad que os agradezco mucho vuestras palabras de cariño, gracias, de verdad.

sábado, 6 de noviembre de 2010

Una de retrospectiva

Apurando mis última horas/días antes de ser papá sigo rebuscando en las tripas de mi ordenador y está resultando ser un ejercicio de nostalgia intenso.

Comencé con esta historia con el ánimo de ocupar mi (escaso) tiempo libre sin pensar en lo que me queda para recibir respuesta y además para ver qué tenía pendiente o sin acabar y de este modo establecer un virtual punto de inflexión en mi vida y ver qué he dejado sin hacer o qué caminos he tomado.

Y están revisitándome numerosos fantasmas.

Cuando empecé a escribir siempre deseé dedicarme al género del terror, y por ahí fueron casi todos mis primeros relatos que ahora he leído de nuevo (y me he sonrojado con algunos de ellos, todo hay que decirlo) y he recordado el afán que tuve durante un par de años por recopilarlos en un único tomo, muy lovecraftiano.

También he recuperado una antigua novela de fantasía ambientada en un mundo parecido al nuestro pero que no lo es (los que hayáis leído La Torre Oscura entenderéis un poco a lo que me refiero) y que no descarto retomar en un futuro, al fin y al cabo ya tengo los dos primeros capítulos escritos, que son los más difíciles, je, je.

Y por supuesto he leído esos cuentos de amores desoladores y con finales trágicos que durante una época también me dio por pertrechar.

No obstante no me arrepiento de nada de todo aquello, ha sido un largo camino que, paso a paso y etapa a etapa me ha llevado hasta la actualidad; y si bien muchas de aquellas primeras intentonas habría que reescribirlas casi por completo, también es cierto que ahora no estaría esperando una respuesta de no haber madurado lo suficiente gracias a la experiencia.

Un largo camino, como decía, pero ahora miro a ese muchachillo de veintipocos años y sonrío al recordar lo inocente que era por aquel entonces, y lo poco que sabía de muchas cosas.

¡Buf, y todo esto me ha hecho sentirme muy mayor, y apenas tengo treinta y un años! Creo que es hora de ir dejándolo por hoy.